sábado, 10 de mayo de 2008

Allá lejos... estoy más cerca



Ay, pálida obrerita que marchas apenada
Al establecimiento antro de explotación,
A ganarte la vida y enriquecer a viles
Con caras de verdugos y frentes de reptiles
Que llevan una lira de oro por corazón.

El ruido de las máquinas hace crispar tus nervios,
Histérica te vuelves y pierdes hasta el yo,
Ese yo de ironía que te hace alzar la frente
Y aunque muerta caminas te agotas tristemente
Dejando hasta el carácter en manos del patrón.

Las niñas burguesitas te observan con un dejo
De burla indiferente, con burlona intención,
Ignorando las pobres muñequitas burguesas
Que cobre sobre cobre labraste la riqueza
Del ladrón patentado que nada te dejó.

Y a estas artificiales y enfermas mujercitas
Que viven cansadas de placer,
Diles que te hagan frente,
Ataviados andrajos,
Que tu pecho valiente presentás al pingajo,
Sangrada hija del pueblo, carnaza del taller.

Diles que ayer ha muerto una compañerita,
Una pobre explotada vencida por el mal,
Diles que ha poco hermosa a la fábrica entraba
Y que tubercolsa ayer agonizaba
En el último lecho de un mísero hospital,
Que tus labios marchitos tal vez de tanto encierro
Se han deplorado en gritos y no besando perros
Como los besan ellas en voluptuosa unión.

Clarita, amiga y compañera,
Te fuiste de este mundo sin decirnos adiós
Y en un vuelo divino llegaste a Jesús
Y en un rincón del Chaco una viejita buena
Masticando su pena esperándote está.

Esta poesía pertenece a Doña María, trabajadora del frigorífico Swift, en la localidad de Berisso. Está dedicado e inspirado en su compañera, Clarita compañera de trabajo, quien fallece una noche de 1947, víctima de la tubercolisis.

...estoy más cerca



Mansión de los obreros, primavera 2007
Calle Nueva York, Berisso

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